La puta y el cactus 🌵
Soy una puta mentirosa. Estoy sentada en mi despacho y no tengo ninguna intención de irme a pasear y buscar un spot desde el que ver la vida pasar y fingir que le doy caza con las palabras. La vida pasa, lo quieras o no. Pasa mientras andas. Pasa mientras no andas. Al final, derivar por la vida es, de hecho, vivir. Lo otro no deja de ser una concatenación de performances. Eso que pasa entre los acontecimientos, eso es la vida. Total, que no hay nada más sincero que derivar sin moverte del sitio y dibujar una psicogeografía del escritorio, de la palma de la mano, del papelito arrugado.
Cuando tengo migrañas, como ayer, valoro la posibilidad de que, sencillamente, se me haya acabado la pila performativa. Y en general creo que esta cruzada por la resistencia íntima, el aislamiento y la huida hacia dentro no deja de ser un síntoma más. Un síntoma de lo que soy que no puedo ni quiero explicaros. No hay necesidad. Lo único importante ahora mismo es que ya no me duele la cabeza y que mañana no va a llover (o eso dicen).
Otra cosa importante que tengo que contaros es que uno de mis cactus está echando una flor preciosa. Y eso no lo había hecho en todo el tiempo que llevamos juntos que serán algo así como 4 años. Y eso me hace pensar que a veces queremos tener un rosal fértil que nos de flores (y si es posible, floripondios) todos los años. Más aún. A veces queremos tener un jardín en el que haya algarabía y colores en cada estación. Otoños marrones, ni hablar. Queremos tener plantas de todos los climas y estar permanentemente arrancando pétalos que resuelvan nuestras preguntas. Y aunque hay semanas, meses y años que parecen un puestecito de ramos de flores vigorosas lo cierto es que la vida es más como la maceta de mi despacho.
La verdad es que hay otra de las plantitas que es más generosa y que cada año enseña una cosa rara parecida a una flor. Pero es solo una, no vaya a ser que te pongas avaricioso con eso de la belleza. La mesura y paciencia de estos seres vivos, escuetos y verdes. Sus pocos requerimientos. Con poquito se conforman. Qué bonitos y perfumados los lilium, pero qué apañados los cactus y las suculentas. Llenarse de agua para sobrevivir a cualquier precio, rodearse de alambres y enseñar la manicura solo cuando sea estrictamente necesario. Siempre en su equipo.
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